No me avergüenza decir que lo único que he leído de Sylvia Plath es un poema infantil menor, que los editores no quisieron publicar en su momento. Ni me avergüenza confesar que en realidad lo compré porque me enamoré de la edición y porque las ilustraciones son de Quentin Blake.
Tampoco me avergüenza reconocer que no leo poesía, que es un género que no me va, que no disfruto; aunque me gustaría que no fuese así. Por eso, no me avergüenza declarar que seguramente no vuelva a leer nada de esta autora, de no ser que encuentre las fuerzas mentales para coger La campana de cristal.
Tampoco me avergüenza admitir que seguiré comprando libros ilustrados por Quentin Blake, porque me fascinan sus trazos aparentemente caóticos y sus representaciones aparentemente sencillas.
Pero, sobre todo, no me avergüenza las sonrisas que me arrancó esta delirante historia sobre todo tipo de camas tan sencilla e infantil, y al mismo tiempo tan entrañable.
Pero, sobre todo, no me avergüenza las sonrisas que me arrancó esta delirante historia sobre todo tipo de camas tan sencilla e infantil, y al mismo tiempo tan entrañable.
Pues a mí me parece que tiene buenísima pinta :) Diferente, ligero, :)
ResponderEliminarYo tengo Las brujas, de Roald Dahl, con ilustraciones de Quentin Blake...¡y todavía no lo he leído! XDDD No tengo perdón xD
¡Léelo insensata! ;)
EliminarEn serio, Las brujas es mi favorito, yo creo que te gustaría.
Es que tengo una modelo muy guapa :)
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