Cúrcuma es una planta de origen asiático de cuya
raíz seca y machacada se extrae una especia con el mismo nombre que se usa como
colorante y que es lo que le da ese color tan característico al curry.
Cúrcuma es el nombre de mi gata y casi todo el
mundo me pregunta qué significa. Tiene 3 años y medio, su cumpleaños es el 15
de marzo, y la recogimos de la protectora de animales 6 semanas después, cuando
se considera que ya está “destetada”. Tenía mucho miedo cuando llegó y se
escondía debajo de los muebles. Una de las mejores cosas es que ya sabía usar
el cajón de arena.
Cúrcuma es una gata común europea, de pelaje corto,
pardo y atigrado. Tiene los ojos verdes. Ahora es más rubia y ha perdido las
manchas de la tripa que recordaban a un guepardo. Un día, al volver a casa, me
di cuenta que se había partido un colmillo.
Cúrcuma es uno de esos gatos independientes que te
buscan casi exclusivamente para pedirte comida y para que juegues con ellos.
Sólo en invierno, cuando hace frío, se sienta encima para coger calorcito. Desde
pequeña le hemos cortado las uñas, por eso nunca las saca para jugar o cazar.
Pero muerde que no veas. Parece salida de Matrix
porque cuando persigue la pelotita (uno de sus juegos preferidos) corre por las
paredes para tomar las curvas ya que el pasillo es demasiado estrecho.
Cúrcuma tiene un miedo atroz al veterinario desde
que la castró. Al principio salía del trasportín sin problemas y se dedicaba a
curiosear en la consulta. Ahora hay que agarrarla con unos guates para perros
de caza para poderla vacunar. Desde que se monta en el coche empieza a llorar…
Una semana antes le ponemos un difusor de hormonas de gata madre para que esté
más tranquila.
Cúrcuma es quien me hace compañía ahora que estoy
tanto en casa. La que me va persiguiendo por las habitaciones, la que se tumba
a mi lado en el sofá, la que me mira desde la silla mientras cocino, la que se
duerme a mi lado mientras estudio… No me equivocaba al echarla tanto de menos.
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