14/11/13

Noviembre



Vuelvo a casa, son más de las 10 de la noche, es el 13 de noviembre y todavía no hace frío. Así no es como recordaba Nunca Jamás, a estas alturas ya tenía que estar con el chaquetón y todavía voy con la cazadora vaquera. No me quejo, pero espero no pelarme de frío en mayo.
Veo que ya han empezado a poner las luces de Navidad. Desde luego hay crisis para lo que queremos: se recorta en servicios sociales, en educación y en salud; pero la Navidad no se toca. Ni eso ni el fútbol, opio para el pueblo. Muchas tiendas del barrio han cerrado, por el contrario han abierto muchas otras en el centro, y siempre tienen gente. El otro día el INEM también estaba lleno, la mayoría eran inmigrantes. Por suerte ya he encontrado trabajo, algo temporal, aunque cuando acabe seguramente me seguirán llamando para otras sustituciones. Evidentemente lo conseguí por mi cuenta, el servicio de empleo no tuvo nada que ver. Aún así seguiré buscando algo “mejor”, sin saber qué.
Estoy yendo mucho al cine: un festival de cortos (de la sesión que vi no me gustó ninguno), un homenaje a Le voyage Dans la lune (mágica) y su correspondiente revisión con El viaje extraordinario (muy interesante); un pase especial de The Beginners  (una historia muy especial contada de forma más especial aún, fantástica); en versión original La vie d’Adèle (extremadamente íntima, conmovedora y estremecedora); una de cine solidario con 5 cámaras rotas (el conflicto Israel-Palestina me absorbe) y de un ciclo dedicado a Bertolucci, para mi alegría también en versión original, The Dreamers (que atrapa por su culto al cine y la música, pero nada más).
La lectura la llevo más atrasada. Después de Capire Israele in 60 giorni (e anche meno) (en la versión española Una judía americana perdida en Israel) de Sarah Guidden; un cómic autobiográfico y muy subjetivo a la vez que emocional sobre el conflicto Israel-Palestina (otra vez); estoy ahora terminando Por favor, Mátame. La historia oral del punk que recoge las declaraciones de quienes vivieron el nacimiento de esta revolución cultural y musical desde los años 60 en Estados Unidos (Andy Warhol, Velvet Underground, Iggi Pop…) y de quienes la encumbraron más adelante allí y en Inglaterra (Television, Ramones, Sex Pistols…), además de todos los personajes que rodearon el movimiento; que me está encantando, pero voy despacito para no perderme nada entre tantos nombres. También he vuelto a mis álbumes ilustrados: La piedra azul de Jimmy Liao, El circo mágico de Philippe Lechermeier y Sacha Poliakova, Besos que fueron y no fueron de David Aceituno y Roger Olmos, y Ensueños, también de Aceituno, y Conrad Roset. Tengo alguno más todavía por leer, tiempo al tiempo.
Me gustaría ir a algún concierto. Quisiera tener más ganas de salir, de ir a los bares que echaba de menos, de tomarme una copa y bailotear despreocupadamente. Todavía no lo he conseguido, ninguna de las dos cosas. Me da pereza llamar a la gente.
Lo que más hago es pensar, sin llegar a ninguna conclusión: ¿soy feliz aquí?, ¿qué había allí que me hacía feliz?, ¿tengo lo que quiero?, ¿puedo conseguir más?, ¿alguien se da cuenta de que en este tiempo he cambiado?, ¿puedo ajustar mi nuevo yo a mi vieja vida?, ¿debería construir algo nuevo?
Quiero un abrazo y no quiero dormir más sola.

2 comentarios:

  1. Nunca jamás tiene buena pinta, si te permite hacer todo eso (incluso leer).
    Sí, siempre estamos construyendo cosas nuevas. Nuevas miradas, cada día y en cada amanecer.
    Mucha suerte!

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    1. Nunca Jamás esconde muchos más secretos de los que parece, pero carece de muchas cosas de las que yo disfrutaba. De todas formas, me repito: no me quejo.
      Gracias.

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