7/9/15

Últimas lecturas

Lo primero es lo primero, y una vez que han pasado todas la incertidumbres laborales de forma satisfactoria, hay que retomar con las cosas importantes: ¿qué he leído en este tiempo?
Repasando las pocas entradas de estos meses me acabo de dar cuenta que no hablo de libros desde mayo, y eso no puede ser. Ponganse cómodos si esto les interesa porque va para largo:
En mayo leí dos libros:
                   Antes de morirme de Jenny Downham (Salamandra, 2007): Lo compré en la Feria del Libro Antiguo y Ocasión porque me gustó la sinopsis de la contraportada, y es que la premisa es muy atrayente: Tessa tiene cáncer y se va a morir. Se trata de una novela juvenil que engancha muy rápido, porque como es común en el género la narración no tiene grandes pretensiones. Sin embargo, creo que los personajes están muy bien desarrollados, todos ellos con sus luces y sus sombras, en un momento los odias, te parecen injustos y egoístas; y al rato siguiente los amas, empatizas con ellos y les coges cariño. Lo mejor, sin duda, es el final.
                     Contra el viento del norte de Daniel Glattauer (Alfaguara, 2006): Lo recomendó Betty y me picó la curiosidad. Me encantan los libros que están narrados de forma diferente, una vez leí uno que eran conversaciones telefónicas y me encantó. Es una lectura muy ágil, y a ratos muy divertida. La protagonista, Emmi, me toca un poco las narices (si lo habéis leído ya sabréis porqué no digo más por no hacer spoilers); pero al final le coges cariño. Eso sí, a Leo lo llevo en el corazón (suspiro).

En junio, otros dos:
                         La sonrisa etrusca de José Luis Sampedro (1985): Me despertó muchísma ternura y me trajo a la cabeza un montón de recuerdos, porque Salvatore Roncone es calcado a mi abuelo Tomás, que falleció hace ya 8 años y por el que todavía derramo una lagrimita de vez en cuando. Diría que esta novela es más bien costumbrista, porque relata el día a día de este señor cuando se traslada a Milán a casa de su hijo. Pero en esas pequeñeces cotidianas y en la descripción de las relaciones personales surge la belleza del ser humano. 
                        Ti prendo e ti porto via de Niccolò Ammaniti (Te llevaré conmigo en la edición española de Anagrama, 1999): Nico, si yo te quiero tanto, ¿por qué me haces sufrir con tus libros? En fin, como siempre una novela de 10 en la que se entrecruzan las historias de varios personajes de la forma más inesperada, en la que se vuelve a mostrar lo mejor y lo peor de la vida; en la que se da esperanza al lector, pero con la que se acaba aplastado por un destino incierto. Y además, como es habitual, todo narrado de forma brillante. Prácticamente lo devoré en un par de días de playa, y debo decir que de todos sus libros, es el que menos me ha gustado, así que imagínense como son los demás.

En julio, además del intento fallido de Ubik, también leí:
                        La extraordinaria historia de Ava Lavender de Leslye Walton (Círuclo de lectores, 2015; no sé si en español está publicado en otra editorial): Esperaba una historia que me enamorase, y tenía todos lo ingredientes para que así fuese, pero hay algo que no funciona en este libro y me dejó a medias. No sé exactamente qué es, porque los personajes; aunque no estén especialmente bien caracterizados, son interesantes; la historia familiar también lo es, así como la influencia de ésta en el momento actual de la narración; y además están los toques fantásticos... Incluso hay fragmentos de la novela que me gusta mucho como están escritos, pero aun así, a mi juicio, le falta algo.

En agosto, cayeron otros dos:
                     El teorema Katherine de John Green (Nube de tinta, 2014): Mi primer libro del autor, y aunque me generaba curiosidad por toda la revolución que se ha creado a su alrededor, no tenía en mente leer nada suyo. Sin embargo, encontré el libro en el apartamento al que fui de vacaciones, y pensé que era perfecto para los múltiples viajes que iba a hacer en tren. De él simplemente comentar que es una novela juvenil de esas que se leen rapidito y te entretienen. Me cayeron bien Hassan y Lindsey, y me gustaron todos esos datos, comentarios y pies de página de sabelotodo. Es verdad que tal vez tenga un punto más de interés que otras novelas de género, pero tampoco me ha dejado muchas ganas de leer otros libros de Green, la verdad
                        Adiós a las armas de Ernest Hemingwey (1929): Esta novela narra una historia de amor en plena I Guerra Mundial entre un teniente norteamericano voluntario en el ejército italiano que se dedica a conducir ambulancias y una enfermera inglesa destianda a ese país. Es verdad lo que dicen que Hemingwey tiene un estilo muy directo y claro, lo cual hace que el libro sea muy fácil de leer. Pero tengo que decir que la historia no me ha llegado. Por una lado, a penas hay narración belica, a mi juicio, a parte de unas pocas escenas; y por otro, no me creo el enamoramiento de los protagonistas porque veo Frederick muy reflexivo y profundo, que se busca a sí mismo; y una Catherine superficial y absurda. El relato también es de corte costumbrista, y en muchos momentos interesante; pero no puedo decir nada más positivo de él.

5 comentarios:

  1. ¡Yuhu! Leo es guay. <3

    Yo quiero leer El teorema Katherine, pero chica, después de Bajo la misma estrella, creo que nada llegará al nivel...

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    1. Creo que es el libro que me falta leer de John Green, pero también me pasa como a Bettie, creo que los demás están bastante por debajo. Incluso Ciudades de papel, que me gustó, no es como BAjo la misma estrella.

      Besos.

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    2. Entonces me dejo de "obras menores" y cuando saque un hueco me pongo con Bajo la misma estrella. :)

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  2. Solo he leído Antes de morirme, y fue hace ya muchos años, pero recuerdo que me gustó bastante, dentro de que no me suelen gustar los dramones tan crudos.

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    1. Sí, la verdad es que me sorprendió este libro, entre otras cosas porque es un drama, como bien dices, pero bastante bien llevado.
      Creo que el que más recomiendo de todos es el de Ammaniti, de hecho, recomiendo cualquiera de sus libros.

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