Acabo de terminar de ver la segunda temporada
de Girls, esa serie que recibe tantos halagos desmesurados como críticas
crueles, pero que no creo que sea merecedora ni de lo uno ni de lo otro.
Dicen que es el fiel reflejo de una generación,
pero yo nunca me he sentido identificada con sus personajes o sus historias; en
realidad creo que es una hipérbole de un tipo de juventud muy concreto:
estadounidenses acomodados provenientes de familias de clase media/alta
sectarios de la tecnología en general y de Appel en particular. Y a partir de ahí
la serie se adentra en las consecuencias
del egocentrismo desmesurado y del escaso sentido de la realidad de unos
personajes que se desenvuelven en la subcultura hipster, que tan de moda está.
Una de las cosas que más me gusta es como se
ha dado un giro de 180º a los roles tan estereotipados con los que empezó. Sin
embargo, lo que han sufrido los personajes durante toda la serie es una caída
libre hacia el infierno consecuencia de sus decisiones y actos que,
milagrosamente y sin hacer ningún tipo de mérito, se ha detenido justo cuando
estaban tocando fondo en los dos últimos capítulos.
Lo mejor: que es absolutamente surrealista y,
en ciertos momentos, original y divertida. Lo peor: giros de guión
inexplicables y algún capítulo de relleno de la segunda temporada.
Confío en que la tercera temporada recuperará
la magia de la primera, porque de lo contrario esta serie habrá llegado a su
final.
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