Soy una consumidora compulsiva de series, de
esas que hacen verdaderos maratones porque son incapaces quedarse con la duda
de lo que pasará en el capítulo siguiente. Ahora mismo, esto es una cosa
bastante normal. Pero yo lo soy desde mi más tierna infancia: me ponía nerviosa
esperando al día siguiente para ver otro capítulo de V, McGiver, Cosas de casa o lo que fuese.
En general, veo muchas más series americanas
que españolas, porque éstas me parecen un “quiero y no puedo” de aquéllas (ojo,
nota aclaratoria, no pienso lo mismo del cine español, que me encanta). Pero
esto no siempre fue así.
En la cumbre de mis series favoritas está Hostal Royal Manzanares, me declaro fans
absoluta de Lina Morgan y de toda su obra. También me gustaban Farmacia de Guardia, y a quién no; Lleno, por favor, Alfredo Landa es muy
genio; o ¿Quién da la vez?, José
Sacristán es otro genio; entre otras.
Y es que creo que estas series sí reflejaban
la sociedad, la cultura y la forma de pensar de nuestro país, y no tenían
pretensiones de imitar a nadie.
Le luci
della centrale electrica es el nombre del proyecto musical que Vasco Brondi
realiza en solitario, aunque a mi juicio es más un medio de expresión artístico
porque desde el punto de vista melódico es bastante limitado ya que en general
se basa en la repetición de unos pocos acordes con una guitarra. Sin embargo,
las letras son versos desordenados llenos de referencias a la sociedad y sus
normas, la juventud y sus esperanzas; pero que se pueden interpretar de mil
maneras posibles, tantas como oyentes. Y en conjunto, música y palabras, forman
un discurso hipnótico.
En las ocasiones que echo de menos Nunca Jamás
(momentos que pueden durar una hora, una tarde, diez minutos o una semana)
escucho en un bucle infinito esta canción:
“Le morti bianche le cravatte blu
il tuo fuoco amico
l’eyeliner per andare guerra nell’estrema sinistra della galassia
dove per l’umidità del garage la nostra anima che ansimava
era per un’occupazione temporanea
era una gara di resistenza partigiano portami via
saremo come dei dirigibili nei tuoi temporali inconsolabili
dammi cinquanta centesimi dammi cinquanta centesimi
non mi ero accorto che i tuoi orecchini per i riflessi lanciavano dei piccoli
lampi
non avevo capito la direzione dei tuoi sguardi
che siamo donne siamo donne oltre il burka e le gonne
metteremo dei letti dappertutto dei materassi sporchi volanti
si sparse dovunque l’odore dei disinfettanti
saremo come gli aironi che abitano vicino al campo nomadi
andremo ancora a letto vestiti
come ai tempi dei primi freddi e degli elenchi telefonici sui reni
delle scintille che facevi ti diranno che sei poco produttiva
proprio adesso che l’america è vicina
è come arrivare sulla luna in fiat uno come lavorare in cina
ma sei sempre il sole che scende in un ufficio pubblico
per appenderci un altro crocefisso
e di sera nelle zone artigianali
per tradirsi per brillare come le mine e le stelle polari
e sempre come un amuleto tengo i tuoi occhi nella tasca interna del giubbotto
e tu tornerai dall’estero forse tornerai dall’estero
e tu tornerai dall’estero forse tornerai dall’estero Adesso che quando ci
parliamo i nostri aliti fanno delle nuvole che fanno piovere
Adesso che quando ci parliamo i nostri aliti fanno delle nuvole che fanno
piovere
Adesso che quando ci parliamo i nostri aliti fanno delle nuvole che fanno
piovere”
“Los muertos blancos
las corbatas azules tu fuego amigo
el lápiz de ojos para ir a la
guerra en la extrema izquierda de la galaxia
donde nuestra alma que se ahogaba
por una ocupación temporal
era una carrera de resistencia
partigiano sácame de aquí
seremos como los dirigibles de tus
tempestades inconsolables
dame cincuenta céntimos dame
cincuenta céntimos
no me había dado cuenta que el reflejo de tus pendientes lanzaba pequeños relámpagos
no había entendido la dirección de
tu mirada somos mujeres somos mujeres más allá del burka y de la falda
pondrán camas por todas partes
colches sucios volantes
lo inunda todo el olor a
desinfectante
seremos como las garzas que viven
cerca de los campamentos nómadas
iremos otra vez a la cama vestidos
como en el tiempo de los primeros
fríos y de las listas telefónicas en los riñones
las chispas que hacías te dirán que
eres poco productiva
justo ahora que América está cerca
es como llegar a la luna con un
Fiat 1 como trabajar en China
pero siempre serás el sol que sale
en una oficina pública
para colgarnos de otro crucifijo
y por la noche en las zonas artesanales
para traicionarse para brillar como
las minas y las estrellas polares
y siempre como un amuleto tengo tus
ojos en el bolsillo interior del abrigo
y tú volverás del extranjero, tal
vez vuelvas del extranjero
tú volverás del extranjero, tal vez
vuelvas del extranjero.
Ahora que cuando hablamos nuestros
alientos forman nubes de lluvia.
Ahora que cuando hablamos nuestros
alientos forman nubes de lluvia.
Ahora que cuando hablamos nuestros
alientos forman nubes de lluvia”.
Atención: como la traducción es mia es bastante literal y muy libre, que yo no me gano las habas con esto.
Una noche de 2010, como tantas otras, fui al
cine. Había consultado la cartelera y tenía la película perfecta. En la cola
para comprar las entradas descubrí, primero con sorpresa y después con
indignación, que lo que quería ver no estaba. Después de unos minutos de
“reflexión” (con un montón de palabrotas de por medio) me di cuenta que había
mirado la programación de otro cine ¬¬
Me planté delante de los carteles con mi
acompañante y los escrutamos minuciosamente. Decidimos entrar a ver Kick-ass, y
resultó que al final sí vi la película perfecta.
Es verdad que hace apología de la violencia,
pero ¿qué película de acción no lo hace? También es cierto que la idea de
“chico pringado de instituto se convierte en héroe y se lleva a la chica guapa”
está muy manida. Pero en este caso, todos los clichés van un paso más allá, y
por eso me gustó. Además, con esa estética de cómic (porque de hecho está
basada en uno y le es muy fiel) es casi obligatorio que sea así.
Estos días en Nunca Jamás la volví a ver, esta vez con premeditación y alevosía, y me sigue encantando.
Por cierto, Hit-girl es absolutamente
maravillosa.
Una sinapsis es una unión entre dos neuronas.
Una misma neurona puede conectarse con muchas otras, y entre todas forman
grupos que a su vez se conectan con otros grupos de neuronas. Esto significa
que, directa o indirectamente, todas las neuronas están conectadas. Ésta es la
base del aprendizaje y el pensamiento, y es diferente en cada persona, puesto
que cada uno crea sus propias carreteras de comunicación neuronales según
diversos factores orgánicos, psicológicos y sociológicos.
En algunas ocasiones sucede una cosa
fantástica: la información pasa de neurona a neurona velozmente y recorre todo
el cerebro, es decir, somos capaces de relacionar todos los conocimientos que
contiene nuestro cerebro y tenemos un momento de clarividencia de lo más
placentero.
Estos días en Nunca Jamás he tenido un de
estos lapsos de lucidez y he visto el fututo, mi futuro. Ha sido un subidón de
adrenalina.
Sucede que soy una miedica. Quien me conoce se
sorprende cuando lo digo, porque no transmito esa sensación, pero lo soy:
miedica hasta la médula. Me da auténtico terror hacerme daño. Nunca me he hecho
nada grave, de hecho creo que puedo contar con los dedos de una mano las veces
que me he caído de la bicicleta, por poner un ejemplo. Se podría pensar que soy
especialmente habilidosa, pero nada más lejos de la realidad, son tan
coordinada como la mayoría de la humanidad, ni más ni menos.
También me da miedo ser una incapaz, por eso
cuando tengo que hacer algo por primera vez estoy aterrorizada. Por ejemplo,
cuando estaba aprendiendo a conducir. Antes de empezar las clases prácticas fui
a probar con mi padre (creoque como el
90% de la población), estaba tan nerviosa que no di una y desquicié a mi padre
(que es un ser absolutamente zen) y me dijo que no volvería conmigo hasta que
no tuviese el carnet. El caso es que con el profesor de la autoescuela siempre
lo hice bien, dí pocas clases y aprobé a la primera.
Porque además de miedica soy muy cabezona, así
que cuando decido hacer algo, lo hago. Mi propia cabezonería me envalentona.
El año pasado por mi cumpleaños una amiga me
regaló un bautizo de mar, ella es una apasionada del buceo y quería que yo
viese el porqué de su afición. Yo no estaba nada segura de hacerlo, pero no
quería decepcionarla, así que embutí mi corazoncito a 100 pulsaciones por
minuto en el buzo y me repetí constantemente “puedes hacerlo”. Dicen que una de
las cosas queda más impresión es que
tienes que tirarte al agua de espaldas, pero a mí me pareció lo de menos,
porque sales a flote inmediatamente.
La primera impresión no fue buena: era incapaz
de ‘nadar’ con la botella a la espalda, me sentía realmente incómoda. Así que
estuve agarrada a la barca hasta que me tocó descender. Por suerte no tengo
problemas con la compensación de la presión de los oídos y bajar fue muy fácil.
Pero a los 5 minutos estaba otra vezarriba porque me había entrado agua en las gafas, tuve miedo y me sentí
incapaz de hacer la maniobra para vaciarlas ahí abajo.
Como tengo una amiga tan fantástica me
tranquilizó y me propuso bajar otra vez. Yo no quería, pero mi parte cabezona
me empujó ha hacerlo. Esta vez el paseo fue muy diferente: vi un montón de pececillos
e incluso un pulpo (qué feo era el jodío). Yo iba siempre de la mano de mi
amiga y ella me hacía señas todo el tiempo de que iba muy bien, así que me
soltó. Cuando llevábamos unos 10 minutos entramos en una zona en la que había
corrientes, por lo que moverse era muy difícil. Evidentemente, me entró el pánico.
Mi amiga me ayudo a salir de ahí e intento calmarme, pero yo quería volver a
salir.
Mientras ascendíamos nos rodeó un banco de
sardinas. Es algo mágico, de las cosas más bonitas que he visto. Los rayos de
sol reflejan en las escamas y parecen de oro. Sería como si te bailase entorno
un grupo de luciérnagas. En ese preciso instante me dí cuenta de que el miedo
no podía hacerme perder cosas tan fantásticas.
Evidentemente no he dejado de ser una miedica,
pero desde ese día soy un poco más cabezona.
“Gli
‘A’ sono i vivi. I ‘B’ sono i mezzi-morti. I ‘C’ sono i morti.”
(Los ‘A’ son los vivos. Los ‘B’ son
los medio muertos. Los ‘C’ son los muertos).
ABCes una novela gráfica que habla sobre la
madurez, el amor, la culpabilidad, la enfermedad, la muerte y el luto.
Ambientada en un pequeño pueblo que bien podría ser cualquiera de los que
abundan en la Toscana,
y de la mano de una joven confusa; el autor crea un espacio delicado, sensible,
doliente y silencioso.
Laura ha
abandonado la universidad y trabaja como cartero. Entre sus entregas se
encuentran las cartas del Ministerio de Sanidad. Entre las personas que las
reciben, los que aún están sanos y los que ya están contagiados.
Los
diálogos son bastante breves y directos, pero debajo de esas pocas palabras hay
un sinfín de sentimientos y pensamientos. Las ilustraciones y la edición son
fantásticas, de esas que puedes mirar durante horas.
El pesto es otra de esas cosas muy italianas, aunque
tal vez menos conocido que otros platos típicos, pero que reúne las dos
características básicas de esta cocina: es delicioso y 100% graso.
El original es el pesto verde genovés, que
contiene albahaca fresca, piñones, queso parmesano o grana padano, queso
pecorino y aceite de oliva. Es muy fácil de hacer, sólo hay que poner todos los
ingredientes en el vaso de la batidora y triturarlo. Es verdad que es más fácil
comprarlo ya hecho, pero raramente los botes del súper tienen piñones y aceite
de oliva, más bien ponen cacahuetes y otros aceites vegetales. Esta salsa se
añade a la pasta larga, además de a los trofie y los corzetti, que son tipos de
pasta corta típica de Liguria. También se pueden hacer gnocchi y lasaña al
pesto.
Una variante igualmente deliciosa es el pesto
rojo siciliano o ‘pesto alla trapanesse”. Los ingredientes son albahaca,
tomates cherry, tomates secos, almendras, queso pecorino y aceite de oliva.
“Me despierto en una habitación grande, toda
de madera, en una cómoda cama situada al lado de un gran ventanal. Soy
consciente de que vivo de alquiler en una casa grande y vieja, de esas con
encanto. Me levanto. Me vuelvo a tumbar y la cama se hunde literalmente. Salgo
gritando como una furia del cuarto: << ¿Quién me ha cambiado la cama?
>> Sé que alguien me ha dado el cambiazo porque mi cama es fantástica y
todos la quieren. Me encuentro de morros con aquel tío con el que compartí mi
primer piso de alquiler (hace nada menos que 10 años, un tío al que termine
odiando y con el que sólo conviví unos 10 meses). Mientras le grito a 5 centímetros de la
cara, porque estoy segura que ha sido él, aparece el actor Jorge García (que lo
vi el otro día en un capítulo de Once
upon a time, es ese que hacía de Hurley en Lost), e intenta poner paz.
Mientras me aleja del ‘ladrón’ de mi cama, me doy cuenta que otra compañera de
piso tiene la puerta de su habitación abierta y ha puesto una mesa como esas
que hay en los pasillos de los centros comerciales en las que hacen la
manicura. Al mismo tiempo aparece otro tío, le grito en pleno ataque que quién
es y qué hace en mi casa. Se declara el novio ‘okupa’ de la recién descubierta
esteticista. Me vuelvo a girar y veo que otro de mis compañeros de piso ha
montado una farmacia en su cuarto, despacha medicamentos con una bata blanca y
todo. Poco después me encuentro en la habitación de Hurley, y me doy cuenta de
que estoy enamorada de él porque es muy comprensivo con mis ataques de ira.
Intento besarle, pero su tripa se interpone entre nosotros”.
¿Serán estas las consecuencias tardías del
fanatismo que me produjo en su época Hostal
Royal Manzanares? ¿Estoy enamorada de Hurley o del gigante Antón (papel en Once upon a time)? ¿Quiero hacerme la
manicura y ponerme unas uñacas de esas de silicona de colores y no soy
consciente de ello? ¿Habrá algún tipo de medicamento que me impida delirar de
esta manera cuando duermo?
Hoy, en vez de 1 de mayo, bien podría ser 21
de diciembre y celebrarse el sorteo de la lotería de Navidad, porque que te
toque es como encontrar trabajo: un milagro.
Hace ya 127 años desde que comenzaron las
huelgas por la jornada laboral de 8 horas, y 124 desde en la Segunda Internacional
se quiso homenajear a los “Mártires de Chicago”. Por desgracia, ahora nos vemos
obligados a vender nuestros derechos como trabajadores a cambio de un empleo,
así que ya no tengo claro si es un día para las reivindicaciones laborales como
lo fue antaño.
Yo (¿por suerte?) lo celebro trabajando…
Como dato curioso en Estados Unidos no se
celebra el Día Internacional de los Trabajadores, precisamente para no ensalzar
el anarquismo y el socialismo; y en su lugar existe el ‘Labor Day’ el primer lunes de septiembre para recordar el desfile
de los Knights of Labor, que se
habían opuesto a la huelga.